¿Podrá Cyril Ramaphosa ser algo más
que el nuevo presidente de Sudáfrica?
Jason Burke
El diario/The Guardian
Una nueva generación de políticos se abre paso y no puede
responder a las acusaciones de incompetencia o corrupción recurriendo a la
lucha contra el apartheid.
Cyril Ramaphosa, elegido esta semana líder del CNA (Congreso
Nacional Africano) de Sudáfrica, se enfrenta a muchos retos. Es casi seguro que
se convertirá en presidente del país tras las elecciones programadas para 2019,
pero sus problemas irán mucho más allá de la rehabilitación de un partido
dividido y cada vez más impopular.
23 años después del final del régimen racista y represivo
del apartheid, Sudáfrica es un país con muchos recursos y una gran riqueza,
pero también con una inmensa desigualdad y una pobreza extrema.
Aunque los gobiernos del CNA se han esforzado mucho para
construir casas y cubrir los servicios básicos de millones de personas, no han
sido capaces de cumplir las expectativas. Mucha gente vive sin electricidad ni
saneamiento. La educación y la sanidad a menudo son rudimentarias. Los niveles
de criminalidad violenta están entre los más altos del mundo y los pobres son
los que más sufren.
Probablemente, el problema más importante es el desempleo,
especialmente entre los jóvenes. En los últimos años, el crecimiento económico
ha sido limitado y este año se ha vivido una recesión ( cuando un país acumula
dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo y sale de la recesión
cuando registra crecimiento en el trimestre posterior) . Del mismo modo, la
creación de empleo es lenta. Además, la inestabilidad política ha espantado a
los inversores.
Luego está la corrupción: del agente de policía que pide
dinero para dejar pasar una falta leve de tráfico a las inmensas cantidades
mencionadas en las investigaciones sobre graves acusaciones de corrupción
contra destacadas figuras públicas.
La corrupción no solo ha socavado las finanzas públicas,
sino también la confianza pública en el Estado. Sudáfrica sigue teniendo muchas
instituciones fuertes, especialmente el poder judicial, pero existe una
confianza limitada en los fiscales y la policía.
El CNA no puede confiar durante mucho más tiempo en su
extraordinaria historia y en la reputación de sus grandes figuras que lideraron
la lucha contra elapartheid. Una generación más joven de políticos se está
abriendo paso y no puede responder a las acusaciones de incompetencia o mala
conducta recurriendo a los esfuerzos de sus antepasados para construir una
democracia multirracial contra tales adversidades.
Hay impaciencia y enfado. Pero la primera labor de Ramaphosa
será unir el CNA tras una campaña de liderazgo agresiva y mordaz y preparar el
partido para luchar por las elecciones de 2019. El objetivo será limitar las
pérdidas y evitar verse obligado a formar un gobierno de coalición.
Los analistas han descrito una y otra vez las primarias del
ANC como un punto de inflexión para el país, no solo para el partido. Ahora 54
millones de sudafricanos observarán cada discurso de Ramaphosa para saber si el
futuro traerá nuevas esperanzas o decepción.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti
Fuente:
http://www.eldiario.es/theguardian/enfrenta-candidato-favorito-presidencia-Sudafrica_0_720228331.html
Ramaphosa, de sindicalista antiapartheid a candidato
multimillonario a presidir Sudáfrica
El Diario
- En los setenta fue encarcelado en dos ocasiones: en 1974 y
en 1976, acusado bajo las leyes de terrorismo que el gobierno segregacionista
blanco usaba para hostigar a la mayoría negra
- Años después se convirtió en una destacada figura del
capitalismo negro, presente en las listas de los más ricos del país
La reputación pragmática y negociadora del vicepresidente
Cyril Ramaphosa convirtió este lunes a este antiguo sindicalista y activista
antiapartheid, devenido en exitoso hombre de negocios, en el principal favorito
para ser presidente de Sudáfrica a partir de 2019.
A sus 65 años, Ramaphosa se alzó como nuevo líder del
Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que ha ganado todas las elecciones
generales celebradas desde la llegada de la democracia a la nación austral, en
1994.
Su designación le sitúa, por tanto, a la cabeza de la
próxima carrera presidencial, aunque tendrá que esperar hasta 2019 a la espalda
de Jacob Zuma.
Nacido en Soweto en 1952 en el antiguo gran gueto negro de
Johannesburgo, Ramaphosa pertenece a la etnia zulú –mayoritaria en el país– y
estudió Derecho en la Universidad del Norte. Su etapa de formación le llevó al
activismo político, donde se alineó con los movimientos de conciencia negra.
En los setenta fue encarcelado en dos ocasiones: en 1974 y
en 1976, acusado bajo las leyes de terrorismo que el gobierno segregacionista
blanco usaba para hostigar a la mayoría negra. En los ochenta su vida se
inclinó hacia el sindicalismo, lo que le llevó a cofundar el Sindicato Nacional
de Mineros Negros (NUM), el más grande de Sudáfrica.
Desde su Secretaría General pelearía por la mejora de los
salarios y las condiciones de los trabajadores y, en 1987, dirigió a los
mineros sudafricanos en una de las huelgas más largas de la historia del país.
A esa etapa se remonta su fama de estratega, que luego le convertiría en uno de
los jóvenes políticos con más proyección del CNA.
Su elección en 1991 como secretario general del partido –en
la primera reunión de la organización tras treinta años de proscripción–
significó su salida del NUM para pasar a convertirse en una figura clave de las
negociaciones del fin del apartheid.
Ramaphosa sonaba ya entre los candidatos a convertirse en el
primer vicepresidente de la Sudáfrica democrática, bajo la Presidencia de
Nelson Mandela (1994-1999), pero en aquella ocasión se quedó con las ganas.
Su carrera en los negocios
La labor que sí le fue encargada fue la de presidente de la
Asamblea Constituyente que redactó la Carta Magna de la nueva Sudáfrica
democrática y multirracial, aprobada en 1996.
Ese punto fue pivote para dar inicio a un nuevo capítulo de
su vida: dejó su escaño de legislador para volcarse en los negocios, hasta
acabar convertido en una destacada figura del capitalismo negro, presente en
las listas de los más ricos del país.
Hasta 2012 no regresaría verdaderamente a la primera línea
política, al ser elegido vicepresidente del CNA que lideraba el entonces ya
jefe de Estado Jacob Zuma (en el poder desde 2009).
Por el medio había realizado otras labores de relevancia,
como su participación en el desarme del IRA, y, en 2014, se convirtió
finalmente en vicepresidente del Gobierno a las órdenes de Zuma, tras la
victoria del CNA en las últimas elecciones generales celebradas hasta la fecha.
Sin embargo, sus miras no se quedaron ahí y pronto empezó a
apuntar a la Presidencia, un deseo que pasaba, en primer lugar, por
garantizarse el liderazgo del CNA a finales de este 2017.
Su campaña, enfrentada a la de la exesposa de su superior,
la expresidenta de la Comisión de la Unión Africana (UA) Nkosazana
Dlamini-Zuma, se fundamentó en la lucha contra la corrupción y la promesa de
revitalizar de la sufrida economía sudafricana.
Los dos pilares señalaban directamente contra los puntos
débiles de la Administración de su jefe, quien mantenía su respaldo del lado de
Dlamini-Zuma y está implicado en numerosos escándalos de supuesta corrupción.
Preferido por los empresarios y clases medias, Ramaphosa se
adjudicó finalmente hoy la victoria en el seno de un CNA muy dividido y pasa a
ocupar un cargo que orgullosamente llevaron iconos de la historia sudafricana
como Mandela, Oliver Tambo o Albert Lutuli.
Fuente:
http://www.eldiario.es/internacional/Ramaphosa-sindicalista-antiapartheid-multimillonario-Sudafrica_0_720228197.html
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