Estados Unidos, África y un nuevo
siglo de guerra
Por William Rivers
Pitt
Casi una cuarta parte de los comandos estadounidenses en el
mundo están en África. La protección de las industrias extractivistas es un
negocio que ha supuesto la militarización del continente. Artículo publicado en
Truth Out.
La ignorancia de la mayoría de estadounidenses con respecto
a África es un fenómeno añejo y perpetrado desde arriba. En 2008, los y las
auxiliares de la campaña electoral de Sarah Palin temían que la gente
descubriera que Palin creía que África era un único país. En 2001, el entonces
presidente George W. Bush dijo en un encuentro en Suecia: “África es una nación
que sufre terribles enfermedades”. El entonces vicepresidente Joe Biden,
hablando a los mismísimos asistentes a la cumbre de EEUU y África en 2014,
dijo: “No hay ninguna razón para que la nación africana no se sume a las listas
de países más prósperos del mundo”. Eso son dos meteduras de pata en una sola
frase, Joe.
Después de que cuatro soldados estadounidenses de un grupo
de élite fueran asesinados en una emboscada en Níger hace unas semanas, y
después de que el Presidente Trump lograra un chapucero pésame a las familias
de los fallecidos, el programa en África se ha convertido en un tema candente
de la política norteamericana. Más allá de la posibilidad febril de una
humillación presidencial más se sitúa la incómoda pregunta: ¿qué estaban
haciendo en Níger esos cuatro soldados?
Las Fuerzas
Especiales estadounidenses están, ahora y en todo momento, llevando a cabo
aproximadamente cien misiones militares en África
Lindsey Graham, senador republicano de Carolina del Sur, que
ocupa un puesto en el comité de servicios armados que entre otras cosas
supervisa el Pentágono, parece acabar de percatarse de que Estados Unidos tiene
aproximadamente 1.000 militares posicionados en Níger. Cuando se le preguntó el
por qué, Graham dio la respuesta estándar que estamos acostumbrados a recibir
en esta era de la Autorización del Uso de la Violencia Militar: la lucha contra
el terrorismo.
Es más, Estados Unidos tiene unos 6.000 soldados repartidos
a lo largo y ancho de prácticamente todos los países africanos, con intensas
concentraciones en el centro del continente, donde grupos como Daesh, Al-Qaeda,
Boko Haram y Al-Shabaab llevan a cabo más actividad. Las Fuerzas Especiales
estadounidenses están, ahora y en todo momento, llevando a cabo aproximadamente
cien misiones militares en África, normalmente en nombre de la nación desde
donde operan.
“En 2006, sólo un 1% de todos los comandos que EEUU desplegó
en el extranjero se dieron en África”, escribió el periodista Nick Turse. “En
2010, fue el 3%. Para el 2016, la cifra había subido a más del 17%. De hecho, y
según datos facilitados por el Comando de Operaciones Especiales de EE UU (US
Special Operations Forces, en inglés), hay ahora más personal de operaciones
especiales dedicado a África que a ningún otro sitio a excepción de Medio
Oriente”.
Esto, continúa Turse, se añade a la extensa pero secreta
guerra de drones que EEUU financia en África. De acuerdo con AFRICOM, solo hay
una base de drones estadounidense en África, localizada en el campo Lemonnier
en Yibuti. Ésta fue establecida poco después de los ataques del 11 de
septiembre como un salto táctico a la acción militar en Medio Oriente. Pese al
secretismo, Turse ha sido capaz de recopilar en una lista más de 60 bases de
drones y otros puestos remotos salpicados por el continente africano, todos
ellos muy activos.
En Sudáfrica, por
poner un ejemplo, los contratistas militares privados son más numerosos que las
fuerzas armadas permanentes del gobierno
No debería sorprender que las fuerzas armadas privadas y los
contratistas de seguridad (PMSCs, sus siglas en inglés) sean negocios en auge
en África. Después de todo, el concepto de ‘contratista militar’ fue creado por
los británicos, holandeses y por supuesto, los estadounidenses hace más de
cincuenta años en lugares como Sudáfrica, Angola y el Congo Belga. El objetivo
de dicho personal a día de hoy es doble: servir como una estructura de apoyo
tranquila y no-obstruyente a las fuerzas estadounidenses, y proveer seguridad
en minas y otras operaciones lucrativas que se dedican a sondear el continente
en busca de recursos naturales.
No se engañe: lo más probable es que el cobalto en su
teléfono inteligente haya sido extraído de una mina por una compañía que se
sirve de los servicios de PMSCs –de manera violenta si es necesario– para
defender sus intereses. Esta es una situación peligrosamente inestable. En
Sudáfrica, por poner un ejemplo, los contratistas militares privados son más
numerosos que las fuerzas armadas permanentes del gobierno.
Y así, soldados estadounidenses se encuentran repartidos por
el continente africano, en teoría con el objetivo de entrenar las fuerzas
armadas de docenas de países. A su vez, los contratistas –Kellog Brown &
Root, Daamco USA, Praemittas Group y R4 Inc, por nombrar algunos– ofrecen apoyo basado en la fuerza y la
violencia, siempre cosechando ganancias que responden a sus intereses empresariales.
La participación de EE UU en África se ha disparado desde 2001 y durante la
legislatura de tres presidentes, y no muestra intención de bajar el ritmo de
crecimiento.
Ciertamente, para una industria militar siempre codiciosa
por explotar nuevos “mercados”, África presenta un mundo de posibilidades.
Existe un juego de tronos en África entre EEUU, China, Francia (que utiliza
uranio africano para alimentar el 75% de su electricidad) y otros países no
africanos. Es un juego de sombras del colonialismo e imperialismo que dejaron a
gran parte del continente en las manos caóticas de caudillos militares y
déspotas armados por Occidente durante generaciones. Las naciones más
involucradas, es importante apuntar, son también las líderes mundiales en la
distribución de armas y herramientas militares.
“Los africanos y africanas no quieren esta competición sobre
su territorio”, explicó Horace Campbell, un especialista en paz y justicia y
profesora de Estudios Africanos y Americanos y Ciencias Políticas en la
Universidad Syracuse, a Democracy Now!. “Lo que quieren es una
desmilitarización de su continente y que acabe la actuación hipócrita de
Francia, la Unión Europea y Estados Unidos en esta llamada ‘guerra al
terrorismo’. El pueblo africano quiere dinero para la reconstrucción del
continente, para que en un país como Somalia, cada céntimo que es utilizado en
luchar contra el terrorismo sea destinado a construir colegios, y que el
despliegue policial establecido pueda ser aplicado a al-Shabab”.
Para Estados Unidos, sus aliados occidentales e incluso sus
enemigos, las decisiones con respecto a África no son más que puras cuestiones
gananciales –minas, petróleo, madera– y de armas, las cuales cuestan dinero. La
guerra de máquinas necesita sustento, nadie está dispuesto a prescindir de
smartphone, y pocos de aquí son conocedores de lo que está pasando allí. ¿Qué
hay que saber? Que EE UU cuenta con oficiales, militares y contratistas en todo
el continente africano, y también drones que surcan los cielos. La intervención
estadounidense crece cada día, y el rápido crecimiento de las fuerzas
especiales en África es imparable.
Todo esto, y sin embargo muchos de nosotros –incluso los
activistas de movimientos por la paz y por la justicia social– nos mantenemos
en la ignorancia con respecto a la cuestión africana y sus últimos saqueadores,
por no mencionar a sus movimientos de resistencia.
“Parece haber un déficit de preocupación –o más bien, de
esfuerzo en preocuparse por educarse, informarse y ponerse manos a la obra– en
la izquierda occidental sobre los asuntos, historias y activismo en países
africanos” escribió Devin Springer para Truthout. “Para ser consecuentes con
nuestra retórica, debemos progresar de manera que nuestros estudios en
historia, teoría y eventos globales incluyan las importantísimas e innegables
contribuciones de revolucionarios africanos, y la difícil situación que sufren
las naciones africanas y sus habitantes”.
La llamada “guerra al terrorismo” –apodada por los soldados
que la combaten como “la guerra interminable” (forever war, en inglés)– tiene
un frente más, provocado por los mismos intereses que dieron lugar a lo que
pasó en Afganistán, Iraq y Siria. A no ser que esta inercia termine, esperen
mas de lo mismo, esta vez en el marco africano. Los cuatro soldados que
fallecieron y dieron lugar a tal controversia son sólo el comienzo.
PUBLICADO EN TRUTH OUT
William Rivers Pitt es editor jefe y columnista en Truthout.
También es autor de tres libros: 'War on Iraq: What Team Bush Doesn't Want You
to Know', 'The Greatest Sedition Is Silence y House of Ill Repute: Reflections
on War', 'Lies, and America's Ravaged Reputation'. Su cuarto libro, 'The Mass
Destruction of Iraq: Why It Is Happening, and Who Is Responsible', escrito en
colaboración con Dahr Jamail, ya está disponible. Vive y trabaja en New
Hampshire.
Fuente: https://elsaltodiario.com/guerra/estados-unidos-africa-nuevo-siglo-de-guerra
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