¿Por qué leer a Frantz Fanon, medio siglo
después?
Por Carlos Escudero Núñez
Opinión
10/10/2019
Fanon nació un 20 de julio de 1925 en Martinica, Fort de France, colonia
francesa de ultramar, en el seno de una familia relativamente acomodada para la
época, más no se podría considerar de clase media. En el pensamiento fanoniano
se pueden encontrar recogidas de forma sistemática, las luchas y las
experiencias de uno los episodios más crudos de la historia del hombre, la
Segunda Guerra Mundial, al cual le toco participar de forma voluntaria en el
ejército, acto que posteriormente renegaría con todas sus fuerzas no por el
calor de la guerra, sino por lo inútil de una lucha estéril por la liberación
del hombre que acabaría por demostrar que cuestiones como el racismo, la discriminación
por color y la procedencia no terminarían con el final de la guerra. Este
pensamiento lo llevaría posteriormente a querer descubrir e investigar las
razones que hacen del colonialismo y sus secuelas sociales una manifestación de
desigualdad.
Los tiempos de Fanon, eran tiempos inestables, en todas partes del mundo
se levantaban banderas de liberación y descolonización de países africanos,
Oriente Medio, Asía y América Latina, se daba inicio al proceso de
independencia de países como; Libia, de las potencias italianas en 1952[…], en
1954 inicia la Guerra de Independencia de Argelia, y en 1957 Ghana obtiene su
independencia de Reino Unido, así como también en 1959 sucede la victoria de la
revolución cubana. Todos estos hechos marcan de igual forma el inicio la etapa
más crítica de la guerra fría con el levantamiento de la cortina de hierro en
la Unión Soviética y el recrudecimiento de las potencias enfrentadas
posteriormente en los dos polos.
Es innegable no pensar en los ideales de Fanon y desligar el mismo de
los análisis de liberación del hombre, de una sociedad más justa, humana y
libre, los cuales se han convertido en referentes mundiales para entender las
luchas colonialistas del tercer mundo y de los pueblos del Sur global. Podemos
decir que Fanon vivió con toda intensidad el proceso de descolonización del
llamado Tercer Mundo y creó herramientas que permiten descubrir la realidad
velada por siglos de colonización y dominación moderna-occidental, en
particular por una existencia entendida como la cuestión negra o “negritud”,
que es el “ser otro” de la “civilización moderna” o su anverso, sumergido y
silenciado. Ya que los textos de Fanon no son “clásicos inmutables” (García,
2016), sino expresión de una obra de pensamiento que apela al devenir y a la
acción, en este mundo desgarrado, en el cual vivificarlo, interpretarlo,
conciliarlo con nuestro tiempo y actualizarlo, es ascender contra todos los
engaños, contra todos los relevos y todas “las ideas de la dominación
mundializada”
“Todas las formas de explotación son idénticas, porque se aplican,
todas por igual, al mismo “objeto”; el hombre, y creemos que eliminar esta
explotación es una responsabilidad histórica e indiscutible […] -Fanon-
Los problemas son semejantes a los que en su entonces vivió el creador
de “piel negra, mascaras blancas” o los “condenados de la tierra” los cuales
están presentes tan fuertemente hoy como ayer, las visiones mórbidas del
racismo, la discriminación y el patriarcalismo. Releer a Fanon para el “hoy y
aquí” de Cuba y la América Latina, para el Sur que también está en el Norte, es
volver a rasgar el eurocentrismo y el occidentalismo arraigado en la médula de
los huesos del colono y el colonizado, a razón de lo que (García, 2016),
identificaba como un cuestión intrínseca en donde el colonizador encerrado en
su “blancura” y el negro colonizado encerrado en su “negrura” ambos victimas
“uno” del “otro” y de “si mismo”
Volver a leer a Fanon es reanimar y dar sentido, es reencontrar el
presente desde ese pasado de liberación y descolonización de los años sesenta,
y es que resulta que leer medio siglo después su apasionada y vívida obra es
volver a él, a su tiempo y al nuestro, es desplegar y soltar-nuevamente-sus
verdades esenciales, ya que las verdades de ayer se vuelven cada vez más
necesarias para entender las vivencias del hoy., la teoría de Fanon estuvo por
mucho tiempo enclaustrada y olvidada posterior a su muerte, en 1961 en un
hospital en Maryland, Estado Unidos, un hospital en un país extranjero como
diría en su lecho mientras agonizaba.
Sin embargo, el pensamiento fanoniano se vio refrescado y revitalizado
durante la década de los 80 y 90 cuando el mundo presenciaba acontecimientos de
orden geopolítico que colocaba nuevamente en la mesa de discusión los fenómenos
relacionados con la colonieidad del poder, la inmigración, el racismo en los
Estados Unidos, el sentimiento de inseguridad del hombre blanco frente a un
contexto de cambios permanentes, si bien, los círculos de debate en las
universidades de los Estados Unidos retomaron el pensamiento de Fanon desde una
lectura -postcolonial- para comenzar sus análisis desde movimientos ya no en
perspectivas maniqueístas, sino hacia nuevos procesos que se volvieron necesarios
para replantearse la crisis de los procesos geopolíticos del momento, como la
caída del bloque soviético, las nuevas potencias que emergían así como las
luchas por reivindicaciones en los pueblos del Sur global.
De igual forma el tema de la construcción de identidad, el
latinoamericanismo, la teoría de la dependencia, la teoría de la liberación,
tomaron nuevamente una gran importancia al igual que los nuevos análisis
conceptuales que arrojaran luces para entender las dinámicas globales del
“sistema-mundo” (Wallerstein, 2005), a todo lo considerado hoy, tanto como
ayer, el pensamiento fanoniano no deja de ser una lectura profunda que nos
invita a repensar nuestro mundo desde los criterios de construcción del ser
social y la construcción de la identidad como sujetos sociales, económicos,
políticos, culturales y espirituales., el escritor Guadalupeño Ernest Pepín; en
sus palabras a la obras de Fanon mencionaba que la colonización ha mutado de
rostro con el tiempo y este ya no necesita de fuerza, como se entendía mediante
la fuerza del “fuerte” ante el “débil” pues “el mercado y solo el mercado como
omnipotente basta como carcelero”
Pensamiento de Fanon durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial.
Siendo muy joven, y estando en pleno desarrollo uno
de los acontecimientos mundiales que marcarían fuertemente el pensamiento de
Fanon, decide alistarse en el ejército francés e ir a Europa, a las contiendas
de la Segunda Guerra Mundial[…] En el colegio le advirtieron que esa no era
“una guerra nuestra”, mientras que profesores como Joseph Henri, su profesor de
Filosofía, le advertía que “el fuego quema, la guerra mata” y que “lo que pasa
actualmente en Europa no es nuestro principal problema”[…] a todo esto Fanon,
consideraba que, siempre que la libertad fuera cuestionada, a él le preocupaba,
fuera de blancos, negros o amarillos. Como vemos, en estas palabras de Fanon,
podríamos seccionar un Frantz Fanon impulsivo, brioso, con ímpetu más no así
teniendo en cuenta las secuelas de su condición como martiniqueño y como hombre
negro. Esta vez la libertad estaba amenazada, no importaba dónde, no solo se
sumó a su defensa, sino que esa convicción lo acompañó siempre para el resto de
su vida.
Una de las anécdotas que sobresalen en la vida de Fanon durante su
estancia en Europa, fue cuando se le impidió entrar en Alemania al finalizar la
guerra, porque se consideraba que su regimiento debía ser “blanqueado”, y junto
a otros soldados no blancos se trasladarían a la región de Toulon, Provenza en
Francia. En ese momento reconocería con enojo que había luchado por una causa
obsoleta; posteriormente les escribiría a sus padres que si hubiese muerto no
habría sido por una causa noble.
Sección de la carta enviada por Fanon a sus padres;
“Nada, absolutamente nada, justifica la brusca decisión que tomé de
defender los intereses de un latifundista; que yo lo defienda o no, no le
importa” -Fanon-
Esta experiencia durante la Segunda Guerra Mundial en Europa reforzaría
con vehemencia los primeros pensamiento de liberación y de lucha por equilibrar
la balanza entre primero “blancos” “dominantes” y “negros” “dominados” lo que
posteriormente le llevaría a reformular sus primeras líneas maniqueas de blanco
y negro a una posición más profunda en donde involucraría, el poder, el análisis
de la personalidad y otras patologías identificadas por él, como parte del
pensamiento colonial y dominante arraigado en la mentalidad del hombre
colonizado.
Fanon identificaba que el inconsciente colectivo no es herencial sino
cultural, siendo esta una notable diferencia que contrastaba con la del
psiquiatra suizo Carl Gustav Jung en sus estudios de la personalidad y de los
cuales la sociedad martiniqueña como la francesa estaba fuertemente
influenciados. Al final de la guerra, Fanon comienza a encaminar lo que sería
su proyecto de liberación del hombre negro y más aún, del pensamiento del
imaginario colonial y colonizante. Fanon persigue la liberación del hombre,
quizás mediante una “rebelión de las masas” como mencionaría (Ortega y Gasset,
1929).
“Pretender la masa actuar por si misma es, pues rebelarse contra su
propio destino, y como eso es lo que hace ahora, hablo yo de rebelión de las
masas, porque a la postre, la única cosa que sustancialmente y con verdad puede
llamarse rebelión es la que consiste en no aceptar cada cual su destino, en
rebelarse contra sí mismo”, (Ortega y Gasset, 1929); y esto lo veremos más
adelante a su regreso a Martinica y en sus viajes por Argelia, Angola, Túnez y
Marruecos, en donde podrá ver en carne propia la lucha por la liberación.
“Entre sociedades independientes no puede existir verdadera paz, ya que
sobre ellas sobrevuela siempre el yugo del opresor” (Ortega y Gasset, 1929).
“Se vale de la literatura y la poesía, de la obra de psicólogos,
filósofos y científicos de su tiempo para expresar del modo más claro posible y
algo que es tan difícil de ver en el mundo occidental: la liberación de los
prejuicios, los valores, de lo simbólico blanco, que tiene su raíz en la
perspectiva colonial y que provoca una relación malsana y maniquea” (Fanon,
2009).
El período de posguerra y el advenimiento de la Guerra Fría, su ‘hoy y
aquí’, había dejado instalada una duda escéptica, una desazón provocaba por la
pérdida de los límites del sentido y el sinsentido en una Europa que leía a los
existencialistas franceses y que venía alicaída de las promesas de la
modernidad. Eso, al tiempo que en París se volvía la atención a África y su
cultura. Él lo hace desde la lectura, desde la academia, uncido a la necesidad
de volverse a su práctica y al compromiso emancipador con las luchas en los
campos, en las trincheras del pensamiento llevado a la práctica de la
emancipación del hombre por el hombre. Más adelante podremos desarrollar con
mayor puntualidad la conceptualización que hacia Fanon respecto a la cultura y
la influencia de esta a los elementos más básico de la transformación del
hombre y su socialización, sin embargo, otras transformaciones hacían del imaginario
de posguerra una de las más intrincadas para elevar las luchas de liberación a
los países del África, no solamente las económicas y sociales como registraba
Fanon, sino también las luchas psicológicas, entre sus propios compatriotas y
entre su propia gente, se hallan en todas sus manifestaciones de los registros
de una relación enferma, de un universo mórbido: el blanco humanista, encerrado
en su blancura, y el negro que quiere ser blanco y se encierra en su negrura.
Son dos realidades, y la una pretende sumergir a la otra. La una es “la
realidad”, la establecida, es el ser hegeliano, la cultura occidental, mientras
la otra está oculta y busca reconocerse, perdida por la fuerza de quien la ha
aplastado. Echar luz sobre ello constituía para Fanon un reto que, a la vez,
era su mérito.
Hay que sacudir el caparazón de servidumbre construida durante siglos,
considera Fanon, bajo la cual la “civilización blanca” y la cultura europea han
impuesto una desviación existencial, para comenzar a desalienar la relación
fijada por el colonialismo y la explotación, los valores y las construcciones
culturales, humanas, que llegan de un mundo torcido.
En su primera obra; Piel negra, máscaras blancas es un estudio
sociopsicológico y filosófico de uno de los problemas menos visibles en las
relaciones humanas, construidas a imagen y semejanza de la dominación europea.
Los valores, las ideas, los gustos, los símbolos y los afectos están mediados
por esa realidad. El negro, el indígena, el “oriental”, continúan siendo los mismos
en la escala de las nociones fijadas por la cultura dominante, que se presenta
como la escala de todos. Por ello, reconocer esas nociones, sin odio, y sí para
desaprisionar a sus víctimas, constituye en su tiempo el mayor mérito
filosófico: conceptualizar, abstraerse y visibilizar esa relación, hasta
entonces oculta a los ojos de la filosofía occidental.
Para sobrevivir al mundo dominante, a sus valores impuestos, para ser
aceptado, el sujeto dominado tiene que plegarse y adoptar las máscaras blancas
del colonizador, tiene que hacer suyos los significados de esa realidad (la
blanquitud) y hundir sus propios significados, los de esa otra realidad (la
negritud). “El colonizado escapará tanto más y mejor de su selva cuanto más y
mejor haga suyos los valores culturales de la metrópolis”, (Fanon, 2009).
Así sucede con el lenguaje, la cultura, la ciencia, puestos en función
de una sola lógica, la del dominador, que ha ganado imponiéndose a todas las
demás y nos tima cuando confiere apariencia de ciencia a supuestas verdades
absolutas como los ideales de belleza, como si Occidente estuviesen las llaves
de la bóveda y de allí llegasen las ideas, el arte, la filosofía, la ciencia,
las instituciones, y todo aquello que nos salvará.
La lengua es un asunto particular al que Fanon le dedica su primer
capítulo. Constituye una manera de pensar y de garantizar dominio, de emplear
una sintaxis, de poseer una morfología que significa asumir una cultura y
soportar el peso de una civilización. En la posesión del lenguaje hay un modo
de ejercitar el poder, algo que queda al descubierto al leer Piel negra y
mascaras blancas.
En sus textos Fanon alude repetidamente al
antillano, al caribeño, a ese individuo resultante de una experiencia colonial
particular, a ese ser marcado por la trata y la esclavitud, la plantación
azucarera, la condición humana más atroz conocida en Occidente, y sobre la cual
floreciera la Europa y Norteamérica que aun hoy se imponen. Cuando habla del
antillano, lo hace desde su experiencia particular en la isla de Martinica, en
el Caribe colonizado bajo dominio francés, caracterizado por un modo de
dominación y un patrón cultural peculiares. Sin embargo, todos los antillanos
—cabría extender— comparten el sufrimiento causado por el colonialismo de hechura
hispana, anglófona, holandesa, portuguesa; y tanto Fanon como el africano o el
asiático desafían el dominio metropolitano, viven culturalmente la dominación y
la enajenación cultural, lingüística, expresadas de modo insano en el color de
la piel. Aun hoy este es un campo de batallas, el cual transformado para
sobrevivir pervive en la mentalidad del colonizado y del colonizador en nuevas
formas de dominación, ya no tanto por la fuerza, sino por el capitalismo, el
mercado, y la globalización.
Fanon en el imaginario anticolonialista, antirracista y
antipatriarcalista de la época
Quiero iniciar esta sección del análisis del pensamiento fanoniano
haciendo una crítica al pensamiento de la época a partir de la valides que le
daban los academicistas al tema racista, y discriminatorio además del proceso
de entendimiento cultural y la posición de las lecturas desde un universo
puramente occidentalizado y dominante. Citando a (Arteaga, 2007)
“Somos tan
lógicos, filosóficos y significativos como lo son ellos [...]. Sin embargo,
hablamos como si nos hubiéramos liberado de concepciones culturales
compulsivas, como si nuestra cultura se edificara a partir de las actividades y
experiencias ‘reales' de individuos racionalmente dedicados a sus intereses
prácticos [...]. Marx escribió que la sociedad primitiva no podría existir a
menos que disimulara para sí misma las bases reales de esa existencia, como a
través de formas de ilusiones religiosas. Sin embargo, esta observación puede
ser más válida aún en el caso de la sociedad burguesa".
Por lo que aquí nos concierne, no
cabe duda de que, examinando la historia de las ideas científicas, los más
fundamentales conceptos del pensamiento científico-natural relativos a nuestra
especie (raza, género, enfermedad, genética, sexo, locura, arrastran, desde su
origen, una imponente carga emocional de carácter sociocultural). Las
emociones socializadas inconscientemente por los científicos al pensar
sobre lo Humano, de acuerdo con el paradigma socioemocional del
grupo y el periodo al que pertenecen, contribuyen de forma esencial a
configurar la significación práctica de los conceptos y las
teorías aplicadas a nuestra especie, ya sea en medicina, en biología, o
en psiquiatría […]. En este sentido, podemos afirmar que las ideas de pensadores
que dominaron el espectro del mundo académico con el análisis de las especies,
evolución y razas hasta muy entrada el siglo XX con la teoría de las especies,
como el científico británico Charles Darwin estuvieron inmersas en el
imaginario salvaje de una burguesía imperialista decimonónica,
así como que las huellas del pensamiento mitológico acerca del Pueblo
Elegido pueden rastrearse tanto en el Génesis como en
el Origen del hombre, por mencionar algunos ejemplos claros
del pensamiento científico de la época en la que se desarrollaban las ideas de
razas, especies, evolución y sociedades.
Por lo demás, no puede obviarse que nuestra propia forma de racionalidad
tecnocientífica ha adquirido, en ciertas ocasiones históricas recientes, un
carácter siniestro (¿hace falta decir una palabra más que Hiroshima?). Al igual
que el fascismo y el estalinismo del siglo XX, el racismo biológico de los
evolucionistas decimonónicos (por no salir de nuestro ejemplo) se convirtió en
la ortodoxia científica, apoyado sobre la convicción colectiva de que sus
milimétricas directrices raciales corresponderían a un aumento del progreso y
la racionalidad humanas en el camino de la historia del conocimiento.
Hace sentido hacer un repaso en el cuestionamiento del pensamiento de la
época previa, para entender las posteriores luces que se manejaban desde los
escenarios más académicos y científicos, de entonces. Lo que hizo Fanon, fue
irrumpir de forma abrupta en el imaginario de la época. Puesto que la
fundamentación y soporte social del racismo como hemos visto se veía validado
por la academia hasta ciertos elementos intrínsecos más doctrinales y puramente
contrarios a la razón del individuo y la liberación del hombre.
Anticolonialismo
Los episodios de la guerra en Argelia introducen un nuevo estilo de
luchas por la liberación nacional. El pensamiento de fanon se ve fuertemente
influenciado por la guerra en Argelia y las revueltas en Túnez y Marruecos. La
liberación es el toque a muerte del sistema colonial, desde la preeminencia de
la lengua del opresor y la “departamentalización” hasta la unión aduanera que
mantienen en realidad al antiguo colonizado en las apretadas redes de la
cultura, de la moda y de las imágenes del colonialista.
“El pueblo argelino ha emprendido este toque a muerte con tenacidad y
con fervor. Nosotros no esperamos que el colonialismo se suicide. Está en su
lógica defenderse con encarnizamiento”. (Fanon, 1968) Es, por lo demás, tomar
conciencia de su imposibilidad de sobrevivir lo que determinará su liquidación
como forma de contacto con los otros pueblos.
“El bienestar y el progreso de Europa han sido construidos con el sudor
y los cadáveres de los negros, los árabes, los indios y los amarillos. Hemos
decidido no olvidarlo”. (Fanon; 1963)
“El Tercer Mundo no debe contentarse con definirse en relación con
valores previos. Los países subdesarrollados, por el contrario, deben
esforzarse por descubrir valores propios, métodos y un estilo específico”.
(Fanon, 1963)
Sabemos, ciertamente, que el régimen capitalista no puede, como modo de
vida, permitirnos realizar nuestra tarea nacional y universal. La explotación
capitalista, los trusts y los monopolios son los enemigos de los países
subdesarrollados, sin dejar de mencionar las “commodities” que por décadas han
sido el desangrar de las naciones que buscan su libertad. Por otra parte, la
elección de un régimen socialista, de un régimen dirigido a la totalidad del
pueblo, basado en el principio de que el hombre es el bien más precioso, nos
permitirá ir más rápidamente, más armónicamente, imposibilitando así esa
caricatura de sociedad donde unos cuantos poseen todos los poderes económicos y
políticos a expensas de la totalidad nacional.
El país se encuentra en manos del nuevo equipo, pero, en realidad, hay
que recomenzar todo, que reformular todo. “El sistema colonial se interesaba,
en efecto, por ciertas riquezas, por ciertos recursos, precisamente los que
alimentaban a sus industrias”. (Fanon, 1963)
Europa se ha inflado de manera desmesurada con el oro y las materias
primas de los países coloniales; América Latina, China, África. De todos esos
continentes, frente a los cuales la Europa de hoy eleva su torre opulenta,
parten desde hace siglos hacia esa misma Europa los diamantes y el petróleo, la
seda y el algodón, las maderas y los productos exóticos. Europa es,
literalmente, la creación del Tercer Mundo. Las riquezas que la ahogan son las
que han sido robadas a los pueblos subdesarrollados. Los puertos de Holanda,
los muelles de Burdeos y de Liverpool especializados en la trata de negros
deben su renombre a los millones de esclavos deportados. Y cuando escuchamos a
un jefe de Estado europeo declarar, con la mano sobre el corazón, que hay que
ir en ayuda de los infelices pueblos subdesarrollados, no temblamos de
agradecimiento. Por el contrario, nos decimos, “es una justa reparación que van
a hacernos” (Fanon, 1963)
Antipatriarcalismo; Argelia se quita el velo […]
Las características de la ropa, las tradiciones de la indumentaria y del
arreglo, constituyen las formas de originalidad más evidente, es decir, las más
inmediatamente perceptibles de una sociedad. En el interior de un conjunto, en
el aspecto de una figura ya definida formalmente, existen evidentemente modificaciones
de detalle, innovaciones que, en las sociedades muy desarrolladas, determinan y
circunscriben la moda. Pero la apariencia general permanece homogénea y se
pueden reagrupar grandes áreas de civilización, inmensas regiones culturales a
partir de las técnicas originales, específicas, del atuendo de los hombres y
las mujeres.
Los diversos tipos de sociedad se conocen, en primer lugar, a través del
vestido, por los reportajes y los documentos fotográficos y por las películas
cinematográficas. Así, hay civilizaciones sin corbata, civilizaciones con
taparrabos o sin sombrero. La pertenencia a un área cultural determinada se
manifiesta, frecuentemente, por las tradiciones indumentarias de sus miembros,
por ejemplo, los turistas se fijan de inmediato, en el velo con que se cubren
las mujeres del mundo árabe. Durante mucho tiempo se puede ignorar que un
musulmán no consume carne de cerdo o que están prohibidas las relaciones
sexuales diurnas durante el mes del Ramadán, pero el velo de la mujer se
muestra con tal insistencia que, en general, es suficiente para caracterizar a
la sociedad árabe. En el Magreb árabe, el velo forma parte de las tradiciones
del vestuario de las sociedades nacionales tunecinas, argelina, marroquí y
libia. Para el turista y el extranjero, el velo caracteriza a la vez a la
sociedad argelina y a su componente femenino. Por el contrario, en el hombre
argelino podemos encontrar modificaciones regionales menores: Fez, en los
centros urbanos, turbantes y djellabas en el campo. El vestido masculino admite
cierto margen de variación, un mínimo de heterogeneidad. La mujer, vista a
través de su velo blanco, unifica la percepción que se tiene de la sociedad
femenina de Argelia.
Antirracismo; Racismo y cultura;
“Existen, podríamos decir, ciertas constelaciones de instituciones,
vividas por hombres determinados, en el marco de zonas geográficas precisas
que, en un momento dado, han sufrido el asalto, directo y brutal de esquemas
culturales diferentes. El desarrollo técnico, generalmente alto, del grupo
social así aparecido lo autoriza a instalar una dominación organizada. El
empeño de la deculturación se encuentra con que es el negativo de un trabajo de
servidumbre económica, hasta biológica, más gigantesco” (Arteaga, 2007).
“La doctrina de la jerarquía cultural no es, pues, más que una modalidad
de la jerarquización sistematizada, proseguida de manera implacable”. (Arteaga,
2007)
“Estudiar los rendimientos del racismo y de la cultura es plantearse la
cuestión de su acción recíproca. Si la cultura es el conjunto de
comportamientos motores y mentales nacido del encuentro del hombre con la
naturaleza y con su semejante, se debe decir que el racismo es verdaderamente
un elemento cultural. Hay pues culturas con racismo y culturas sin racismo”.
(Arteaga, 2007)
Sin embargo, este elemento cultural preciso no está enquistado. El
racismo no ha podido esclerosarse, le ha sido preciso renovarse, matizarse,
cambiar de fisonomía. Le ha sido preciso experimentar la suerte del conjunto
cultural que lo informaba. El racismo vulgar, primitivo, simplista, pretendía
encontrar en lo biológico, ya que las Escrituras se habían revelado
insuficientes, la base material de la doctrina. Sería fastidioso recordar los
esfuerzos emprendidos entonces: forma comparada del cráneo, cantidad y
configuración de los surcos del encéfalo, características de las capas
celulares de la corteza, dimensiones de las vértebras, aspecto microscópico de
la epidermis, y un largo etcétera de la estela que dejaban las verificaciones
científicas más atroces para la evolución del pensamiento científico de la
época. Estas posiciones sectarias tienden, en todo caso, a desaparecer. Este
racismo que se quiere racional, individual, determinado, genotípico y
fenotípico, se transforma en racismo cultural. El objeto del racismo deja de
ser el hombre particular y sí una cierta manera de existir. En el extremo, se
habla de mensaje, de estilo cultural. Los “valores occidentales” reasumen
singularmente la ya célebre llamada a la lucha de la “cruz contra la media
luna”.
El pensamiento fanoniano de los último 50 años, nos ha traído el
recuerdo y la lucha necesaria de develar los procesos y los modelos vigentes de
la colonización, puesto que la necesaria descolonización no pasa jamás
inadvertida puesto que afecta al ser, modifica fundamentalmente al ser,
transforma a los espectadores aplastados por la falta de esencia en actores
privilegiados, recogidos de manera casi grandiosa por la hoz de la historia.
Introduce en el ser un ritmo propio, aportado por los nuevos hombres, un nuevo
lenguaje, una nueva humanidad. La descolonización realmente es creación de
hombres nuevos. Pero esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia
sobrenatural: la “cosa” colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo
por el cual se libera.
“En la descolonización hay, pues, exigencia de un replanteamiento
integral de la situación colonial. Su definición puede encontrarse, si se
quiere describirla con precisión, en la frase bien conocida: los últimos
serán los primeros. La descolonización es la comprobación de esa frase. Por
eso, en el plano de la descripción, toda descolonización es un logro” (Fanon,
1963).
Expuesta en su desnudez, la descolonización permite adivinar a través de
todos sus poros, balas sangrientas, cuchillos sangrientos. Porque si los
últimos deben ser los primeros, no puede ser sino tras un afrontamiento
decisivo y a muerte de los dos protagonistas. Esa voluntad afirmada de hacer
pasar a los últimos a la cabeza de la fila, de hacerlos subir a un ritmo
(demasiado rápido, dicen algunos) los famosos escalones que definen a una
sociedad organizada no pueden triunfar sino cuando se colocan en la balanza
todos los medios incluida, por supuesto, la violencia.
No se desorganiza una sociedad, por primitiva que sea, con semejante
programa si no se está decidido desde un principio, es decir, desde la
formulación misma de ese programa, a vencer todos los obstáculos con que se
tropiece en el camino. El colonizado que decide realizar ese programa,
convertirse en su motor, está dispuesto en todo momento a la violencia. Desde
su nacimiento, le resulta claro que ese mundo estrecho, sembrado de
contradicciones, no puede ser impugnado sino por la violencia absoluta.
El contexto colonial, hemos dicho, se caracteriza por la dicotomía que
inflige al mundo. La descolonización unifica ese mundo, quitándole por una
decisión radical su heterogeneidad, unificándolo sobre la base de la nación, a
veces de la raza. Conocemos esa frase feroz de los patriotas senegaleses, al
evocar las maniobras de su presidente Senghor: “Hemos pedido la africanización
de los cuadros, y resulta que Senghor africaniza a los europeos.” Lo que quiere
decir que el colonizado tiene la posibilidad de percibir en una inmediatez absoluta
si la descolonización tiene lugar o no: el mínimo exigido es que los últimos
sean los primeros.
¿Desde dónde leer a Frantz Fanon en el siglo 21?
En el imaginario político mundial han transcendido episodios que han
dejado cambios, desde el último siglo con la segunda guerra mundial, la guerra
fría, las guerras por la liberación en los países del Sur global que también
son nuestro norte global, la caída del bloque soviético y la reconfiguración de
nuevas formas de colonialismo transformadas en neoimperialismos, siendo
necesarios los debates nos llevan a reafirmar el contexto de luchas sobre la
soberanía no únicamente territorial y geopolítica sino también, cultural e
inmaterial. Desde los modelos de entendimiento de cada país, desde las
orientaciones y la valorización del pensamiento propio e identitario se puede
construir un mensaje de solidaridad universal.
Desde los espacios políticos hasta las academias, desde los lugares de
congregación hasta las diferentes agrupaciones nacionales se debe tener en
cuenta el pensamiento decolonial como un proyecto de norte frente a la realidad
de cada país. Los sistemas partidarios deben poder afrontar con dinamismo cada
nueva forma de recuperar los espacios antes desprovistos.
“En un país subdesarrollado, el partido debe organizarse de tal manera
que no se contente con mantener contactos con las masas. El partido debe ser la
expresión directa de las masas. El partido no es una administración encargada
de trasmitir las órdenes del gobierno” (García, 2016).
Las masas deben saber que el gobierno y el partido están a su servicio.
Un pueblo digno, es decir, consciente de su dignidad es un pueblo que no olvida
jamás esas evidencias. Durante la ocupación colonial se dijo al pueblo que era
necesario que diera su vida por el triunfo de la dignidad.
El Tercer Mundo está ahora frente a Europa como una masa colosal cuyo
proyecto debe ser, tratar de resolver los problemas a los cuales esa Europa no
ha sabido aportar soluciones (García, 2016).
En el siglo XIX, el periodo poscolonial de América Latina, diversos
ensayistas y autores latinoamericanos ya pudieron observar las pretensiones
imperiales de los Estados Unidos en relación con el dominio de la región, esto
lo podemos ver en obras como la del escritor latinoamericano José Peralta; La
esclavitud en América Latina, y otros escritos antiimperialistas
La hegemonía económica y militar estadounidense fue construyendo su
proyecto mundial de dominancia el cual se fortaleció con el fin de la segunda
guerra mundial, la creación de las naciones unidas en 1948, la caída del muro
de Berlín así como los movimientos sociales de 1960 indicaron un movimiento
simbólico hacia la descolonización del continente, Europa cede paso para el
país, “Estados Unidos”, en ambos casos la región que en 1856 fue bautizada como
“América Latina” por el periodista colombiano José maría Torres Caicedo fue
doblemente el primer gran laboratorio de experiencia colonial imperial moderno;
del colonialismo europeo del siglo XVI y del imperialismo estadounidense del
siglo XX.
La diferentes teorías como la de la liberación, la teoría de la
dependencia, la teoría del sistema-mundo, la teoría indigenista, grupos
subalternos la filosofía afrocaribeña y el feminismo latino americano con
precursores como Walter Mignolo, Ramón Grosfoguel, Nelson Maldonado-Torres,
Catherine Walsh, Santiago Castro-Gómez, Eduardo Restrepo, Arthuro Escobar–sin
olvidar a los ya clásicos de las teorias del pensamiento liberador y
posteriormente del poscolonialismo Aníbal Quijano, Enrique Dussel y el mismo
Immanuel Wallerstein – son apenas algunos de los exponentes e interlocutores de
esta nueva acción del poscolonialismo en el contexto neoliberal.
Una de las interrogantes que normalmente se hacen desde los centros de pensamientos
poscoloniales es sobre el papel que implica el proceso de la descolonización;
en sus diferentes formas como siendo, por ejemplo; si la “¿Descolonización
implica necesariamente desimperialización?” (Ballestri, 2017), Para intentar
articular mejor la relación contemporánea entre colonialismo e imperialismo,
veo combinar las dinámicas de la globalidad imperial como colonialidad global.
La nueva forma de globalidad imperial basada en la liderancia de los Estados
Unidos, articula un orden decimonónico, militar e ideológico que subordinada
personas, regiones, y economías en la que proyecta la colonialidad global sobre
el conocimiento y la cultura de los grupos subalternos.
“La imperialidad no se refiere solo a una imposición (por la fuerza) de
una de las partes sobre la otra, sino que se trata de una estructura de
inteligibilidad de las relaciones que aceptan, en principio las dos partes”
(Ballestri, 2017)
De igual forma si tenemos en cuenta, las migraciones mundiales, la
globalización, así como las nuevas formas de mercado, han traído como
consecuencias la tenencia a complejizar más los contextos de una ciudadanía
mundial, y de una integración universal casi imposible, es con esto que se han
dado nuevos análisis del sistema mundo para entender hacia dónde vamos y cuáles
son las herramientas teóricas con las que contamos los científicos sociales
para entender estas dinámicas de cambios constantes.
“Actualmente la complejidad del fenómeno migratorio es así, mucho mayor
que en el pasado. Esto porque los nuevos desafíos del capital humano se asoman
los viejos problemas de la integración de las comunidades migrantes y sus
descendientes que continúan a vivir y a trabajar en los países de acogimiento”
(Matias, 2014).
Por otro lado, habría que ampliar la discusión al concepto usado para
definir las commodities ya no solo como la extracción de materia prima, básica,
sino también como la cuestión del recurso humano o capital humano. “Una
discusión muy presente en los debates sobre migraciones y su impacto en los
países de origen y de destino de los migrantes respecto a la llamada “fuga de
cerebros” o brain drain” (Matias, 2014).
Bibliografía
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la segunda mitad del siglo XIX. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., vol.
XXVII, n.º 100, pp. 383-398
Ballestri, L. de A., (2017), Modernidade/colonialidade sem
“imperialidade”? O elo perdido do giro decolonial. O elo perdido do giro
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Matias, G. (2014), Migrações e Cidadania, Lisboa, Ensaios da
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Wallerstein, I., (2005). Análisis de Sistema-Mundo, una introducción;
México, D.F. Ediciones siglo XXI
https://www.alainet.org/es/articulo/202615
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