Migración africana: patrones para entender la crisis
Por Richard Ruíz Julién
Addis Abeba, 3 jul (PL) A pesar del riesgo de
morir de sed en el desierto del Sahara, ahogados en el Mediterráneo o vendidos
como esclavos en Libia, muchos africanos están dispuestos a arriesgar vidas en
busca de ''pastos más verdes''.
Según expertos, está bien establecido que los
jóvenes constituyen la mayoría de aquellos que se ponen en peligro a través de
las rutas desde el África subsahariana hacia Europa.
Pero los especialistas subrayan diferencias
importantes por país que pueden orientar a las autoridades hacia respuestas y
políticas más específicas en cuanto al tratamiento de la crisis.
Josephine Appiah-Nyamekye y Edem Selormey, de
Afrobarometer, presentaron los resultados preliminares de la ronda actual de
encuestas relacionadas con las aspiraciones de migración.
El documento confirmó la narrativa básica de
los medios de comunicación, así como la percepción de que esta apuesta es
particularmente atractiva para las nuevas generaciones, muchos bien educados en
busca de mejor remuneración.
Asimismo, el estudio recogerá las intenciones,
incluidos los destinos preferidos, y los impulsores en 35 naciones de la
región.
Los datos iniciales de nueve países -Ghana,
Benín, Costa de Marfil, Kenya, Malawi, Uganda, Malí, Zambia y Zimbabwe-
muestran que, en promedio, un tercio de los encuestados consideró abandonar sus
lugares de orígenes.
La propensión es mayor en Malawi (donde el 28
por ciento dice haber pensado 'mucho' en irse), seguido de Zimbabwe, Benín y
Ghana.
Es más bajo en Mali, donde ocho de cada 10
entrevistados (80 por ciento) dicen que no consideraron en absoluto emigrar.
África tiene la población con un promedio de
edad más bajo en el mundo (según las Naciones Unidas), pero muchos están
considerando buscar fortuna en otro lugar.
Una cuarta parte o más de las personas entre
18 y 35 años en Malawi (32 por ciento), Ghana (26 por ciento) y Benin (25 por
ciento) aseguran haberse planteado con frecuencia la idea de ir a residir fuera
del continente o en mejores economías de la región.
En tanto, quienes estudiaron son más proclives
que los que no tienen niveles de escolaridad: uno de cada cuatro encuestados
con calificaciones postsecundarias valora la posibilidad de emigrar, en
comparación con el 20 por ciento de aquellos con educación secundaria, el 13
por ciento con primaria, y el ocho por ciento sin ninguna.
Las proporciones son particularmente grandes
en Malawi y Zimbabwe, dos países caracterizados por la pobreza y la crisis
laboral, y vulnerables a los efectos perniciosos de la fuga de cerebros;
ingenieros, trabajadores de la salud y otros recursos humanos vitales optan por
mejores oportunidades en el extranjero.
Esto es coherente con las percepciones de los
africanos sobre el desempleo como el problema más importante de sus
territorios, lo cual requiere la atención del gobierno, apuntó Tefere Megisto,
investigador del Centro de Estudios Estratégicos.
Pero, por desgracia, para la mayoría un viaje
de esperanza termina en desesperación o muerte; informes de capturados,
sometidos a tratos inhumanos, a veces incluso vendidos como esclavos provocan
indignación mundial, recordó Megisto.
Si bien los impulsores son bastante
consistentes, los destinos escogidos varían mucho.
En promedio, aunque la mitad (51 por ciento)
de los posibles emigrantes desean abandonar el continente, casi la misma
cantidad preferiría ir a otro país dentro de la misma región (37 por ciento) o
a otra nación de África (10 por ciento).
Entre los lugares más alejados, Europa y
América del Norte son los de mayor preferencia.
Muchos estados industrializados necesitan
migrantes, que proporcionan mano de obra relativamente barata, para trabajar en
sectores como tecnología de la información, servicios de salud, agricultura,
fabricación y construcción, apuntó Alemayehu Firawol, profesor de la
Universidad de Addis Abeba.
Los países de origen, en tanto, se benefician
de las remesas, que suman alrededor de tres veces la cantidad de ayuda
extranjera que reciben.
Para los líderes, el mayor desafío a la hora
de prevenir el agotamiento de los recursos humanos reside claramente en
priorizar la creación de economías prósperas y mejores condiciones de vida,
apuntaron los académicos.
No obstante, añadieron, un análisis más
profundo de los datos de Afrobarometer y otras fuentes también puede señalar
las diferencias geográficas y sociodemográficas con miras a alinear políticas
con realidades.
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