El barco
Aquarius y cinco muestras de la militarización del saqueo de África
Nazanín ArmanianPúblico
18-06-2018
Es falso que los inmigrantes
vienen a Europa por razones económicas. Más del 80 % huyen de guerras. Sus
parientes han sido asesinados y sus hogares destruidos. Así concluye un estudio
realizado por la Universidad de Middlesex de Londres en 2015. Cierto. Es Asia
el continente con más hambrientos del mundo, e India, con su capitalismo más
“intocable”, cuenta con 200 millones de almas y cuerpos en la pobreza absoluta.
Pero no se ven avalanchas de indios llegando al primer mundo en pateras.
Sólo una guerra (o sea, la muerte casi segura y violenta) es
capaz de forzar a millones de familias a cruzar mares, montañas y desiertos,
arriesgando la vida. Las cerca de 56 millones de personas que desde 1991 (el
fin de la URSS) hasta hoy han tenido que abandonar su hogar en Oriente Próximo
y África por las guerras de conquista encabezadas por EEUU no han elegido su
destino, ya que no tienen control sobre ello: dependen de quienes los llevan y
las tierras que les acogen.
El “caos creativo” para inventar una África a la medida
La misma procedencia de las 630 personas que subieron al
Aquarius muestra el nexo directo de la actual migración con el nuevo saqueo
militarizado de África llevado a cabo por la OTAN. Las economías occidentales
en recesión necesitan recursos naturales baratos, y también nuevos mercados:
“Proteger el acceso a los hidrocarburos y otros recursos estratégicos que
África tiene en abundancia y garantizar que ningún otro tercero interesado como
China, India, Japón o Rusia, obtenga monopolios o trato preferencial” es uno de
los objetivos de la militarización de África, confiesa el director del Centro
del Concejo Atlántico para África en Washington, Peter Pham. Mientras, la marca
del “terrorismo islámico” de la CIA abre sucursales por el mundo como si fueran
McDonald’s, alimentando a las compañías de armas y de recursos naturales. Bajo
el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”, “estabilizar la región”,
“misión humanitaria “ o “mantenimiento de la paz”, el Comando de África de los
EEUU (AFRICOM) ya ha instalado unas 50 bases militares por todo el continente,
mientras aplasta los movimientos progresistas y anticapitalistas, apuntalando a
los regímenes corruptos y dictatoriales que dirigen las formas más salvajes de
gobernar una nación.
Caso Libia
Decenas de miles de ciudadanos de Mali, Sudán, Chad y del
resto de África se dirigen a Libia para huir de guerras o en busca de trabajo,
pero desconocen que aquel país próspero hoy es el centro mundial de la
esclavitud, de la tortura y la violación. Antes de que en 2011 la OTAN planeara
derrocar a Gadafi y ocupar Libia, unos dos millones de inmigrantes trabajaban
en este país de 5 millones de habitantes, la primera reserva del petroleó de
África. Ahora, además de los libios que huyen del país hacia Europa, también lo
hacen aquellos inmigrantes si consiguen salir de aquel infierno.
Caso Nigeria
En el séptimo exportador mundial de petróleo, EEUU con la
farsa de “salvar a las niñas secuestradas” vía militar, intenta instalar la
sede de Africom, hoy en Alemania. Fue en Nigeria donde la petrolera
angloholandesa Shell fue acusada de “complicidad en asesinato, violación y
tortura” de los nigerianos cometidos por el ejército en la región petrolera de
Ogoniland en la década de 1990. Las protestas para expulsar a Shell de Nigeria
por el desastre ecológico que creó en la región y obligó a desplazarse a
comunidades enteras, condujo a la petrolera a crear una unidad secreta de
espionaje, que pasaba información sobre los molestos activistas a la agencia de
seguridad nigeriana, a la vez que pedía al presidente-general Sani Abacha
“resolver el problema”. Y él lo hizo: ahorcó a 9 líderes ecologistas, mató a
más de 1.000 manifestantes y destruyó unas 30.000 viviendas en la aplicación de
la política “tierra quemada”. Así, Shell podía llevarse un millón de barriles
de petróleo al día con tranquilidad.
Las compañías occidentales que buscan el uranio, el oro,
platino, diamante, cobre, tierras raras, coltán, petróleo, gas, o carbón de
África, establecen un control sobre sus gobiernos de África mediante
inversiones, préstamos, “ayudas al desarrollo” y el tráfico de influencia. No
hay nada nuevo: simplemente estamos ante la actualización de la Conferencia de
Berlín de 1884, que repartió África entre las potencias y de paso teorizó los
lazos entre el colonialismo y el racismo (sistematizado por los británicos en
el “apartheid”). Luego asesinaron a los líderes de los movimientos progresistas
como Patrice Lumumba, Amílcar Cabral, Eduardo Mondlane, Samora Machel, Felix
Moumie o Chris Hani, apoyando a las dictaduras más impresentables del mundo.
Más adelante, creaban monstruos como Bin Laden pero llamaban “terrorista” a
Nelson Mandela.
Caso Sudán
El mismo año de la destrucción de Libia, EEUU dividió al que
fue el Estado más extenso de África: unas 50.000 personas (incluidos niños y
niñas) fueron torturadas y asesinadas por los señores de la guerra que luego
ocuparon el poder; otros dos millones de personas huyeron, ocultos en los
islotes de los pantanos del Nilo, comiendo hierbas silvestres y buscando refugio
en Etiopía o Uganda. Miles de niñas y mujeres han sido violadas una y otra vez,
incluso en el campo de refugiados de Juba, la Capital de Sudan del Sur. Hoy la
hambruna afecta a 4,6 millones de personas. La CIA ha vuelto a fabricar
“rebeldes” armados para desestabilizar el país, ya que los líderes que impuso
han convertido a Sudán del Sur en el único país de África con contratos de
petróleo con China.
Caso Níger
Los ciudadanos de este país se enteraron de la existencia de
una base militar de EEUU (ilegal por prohibición constitucional) sólo cuando
cuatro de ellos murieron en una emboscada el mes pasado. El dictador Mamadu
Issoufou fue el director de Somaïr, la compañía de minas de uranio del país
pero bajo control de la compañía francesa Areva. Una quinta parte del uranio
que alimenta la red eléctrica francesa proviene de Níger que es,
paradójicamente (o no) el penúltimo país más pobre del mundo. Las empresas occidentales
van a por su oro, uranio y petróleo. Issoufou es como el presidente turco
Tayyeb Erdogan: ha cobrado ingentes millones de euros a la UE para retener a
los inmigrantes.
Federica Mogherini, la comisaria de exteriores de la UE,
viajó a Níger en 2015 expresamente para apoyar la llamada “Ley 36” del país,
que prohíbe a los extranjeros viajar al norte de Agadez, la región donde EUU ha
construido un megabase de drones de 6 kilómetros cuadrados por 110 millones de
dólares, para desde allí controlar Mali, Argelia, Libia y Chad. Esta ley ha
convertido el desierto en un gran cementerio para los migrantes africanos: en
junio de 2017 unos 50 jóvenes, abandonados por los traficantes, murieron de sed
en el desierto de Niger cuando iban a Libia. No es casualidad que la sede de la
Organización Internacional para las Migraciones, financiada por la UE, esté en
este país.
Caso Mali
Aquí la esperanza de vida es de 48 años y sus minas de oro
están bajo el control del gigante británico Gold Fields. Tras destruir Libia, la
OTAN miró a Mali: organizó un golpe de Estado en 2012 que derrocó al presidente
Toumani Touré para sustituirlo por el capitán Amadou Sanogo, entrenado en EEUU.
Luego, mandó a las corporaciones como URS y AECOM, (contratistas del Pentágono)
construir nuevos complejos militares, para que la Fuerza de Reacción Rápida de
EEUU en el Sahel amplíe su control sobre la región.
No esperen comprensión, solidaridad, piedad, ni caridad de
las compañías de armas ni de las que buscan maximizar sus beneficios. Lean algo
sobre el secuestro y la tortura de los niños para ser explotados en las minas
de coltán de Congo y conocerán la verdadera naturaleza dichas compañías del
“primer mundo”. ¿Y luego quieren que estas personas no huyan de sus tierras?
Fuente:
http://blogs.publico.es/puntoyseguido/4953/el-barco-aquarius-y-5-muestras-de-la-militarizacion-del-saqueo-de-africa/
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